
Cada 3 de diciembre se celebra el Día Nacional del Médico
La fecha corresponde al nacimiento de un médico cubano que descubrió cómo se transmitía la fiebre amarilla.
El origen de la celebración tiene que ver con el descubrimiento de un médico cubano, Carlos Juan Finlay Barrés. Finlay, nacido en la ciudad de Camagüey, fue quien identificó que la fiebre amarilla se transmitía por un vector: el mosquito Aedes aegypti.
En 1881 publicó este hallazgo en un trabajo llamado “El mosquito considerado hipotéticamente como agente de la transmisión de la Fiebre Amarilla”. “Lo que me propongo es estudiar el medio por el cual la fiebre amarilla se desprende del cuerpo del enfermo y se implanta en el hombre sano”, dijo Finlay al iniciar la presentación del estudio, el 14 de agosto de 1881 en La Habana.
Mosquito presente
Históricamente el mosquito es uno de los insectos más antiguos observados. Aristóteles y Plinio hacen referencia a su trompa que sirve para “horadar la piel y chupar la sangre”. El historiador griego Pausanias también menciona que cuando el agua del lago dejó de ser salada en la ciudad de Miunte (Myus, en griego), resultó tal plaga de mosquitos que los habitantes abandonaron la ciudad y se trasladaron a Mileto.
La hembra del mosquito es la única que pica y chupa la sangre, mientras que el macho apunta a vegetales, principalmente dulces. En su informe inicial, Finlay había considerado que la enfermedad se transmitía por la picadura del mosquito.
Eso fue rechazado ya que –en esos años– se consideraba que el contagio se concretaba por objetos o ropa que habían estado en contacto con enfermos. Lo que también descubrió este médico cubano fue que la hembra tampoco pica antes de haber sido fecundada por el macho. Al separarse del macho pica “enseguida y se llena de sangre”, contó, y agregó que la temperatura de la sangre es especial para la maduración de los óvulos, que luego colocará en el agua.
Allí encontró el punto cúlmine de su investigación: “Es evidente que el mosquito se encuentra en condiciones admirables de aptitud para llevar de un individuo a otro una enfermedad que fuese transmisible por medio de la sangre”, repasó. También conectó dos datos importantes para la época. Cuando aumentaba la cantidad de mosquitos en la isla caribeña, mayor era la reproducción de fiebre amarilla.
Si bien la abundancia de los mosquitos no siempre obedece a condiciones meteorológicas ni topográficas como el calor, la humedad o las aguas estancadas, sí estas características favorecen el desarrollo de los mismos.
Confirmación de la teoría
“Tal es mi teoría, señores, y en verdad ella ha venido a robustecerse singularmente con las numerosas coincidencias históricas, geográficas, etnológicas y meteorológicas que ocurren entre los datos del mosquito y los de la fiebre amarilla”, analizó el médico por el cual hoy se celebra el día de esa profesión.
Para demostrarlo, el 28 de junio de 1881 llevó un mosquito y le hizo picar y llenarse de sangre en el brazo de un enfermo que pasaba el quinto día de fiebre amarilla. Luego, eligió a un hombre sano y dos días más tarde hizo que ese mismo mosquito lo pique. El día 9 luego de esa picadura empezó a sentirse mal, y cinco días más tarde ingresó al hospital. Días más tarde avanzó con el mismo experimento en otras tres personas.
Conclusiones
En primera instancia, Finlay comprobó que el mosquito pica varias veces durante su existencia. Luego, afirmó que el insecto retiene las partículas suspendidas en la sangre, por lo que afirmó que un mosquito conserva el virus contenido en una sangre enferma, y con el mismo contagia a las personas a quienes más adelante va a picar. Además, el médico determinó que el mosquito puede transmitir la fiebre amarilla al probar su teoría efectivamente en personas.
Asimismo, explicó que una sola picada “no es suficiente para producir las formas graves de la fiebre amarilla”, por lo que para comprobar esa afirmación pidió realizar experimentos fuera de la zona epidémica.
Por último, Finlay apuntó que si se comprobaba que el contagio a través de la picadura de un mosquito es el “medio general por el cual la enfermedad se propaga”, tendrían delante de sí los medios para evitar la extensión de la enfermedad, por un lado, y preservar con una inoculación benigna a los individuos que estuviesen en aptitud de padecerla, por otro.
“Mi única pretensión es que se tome nota de mis observaciones y que se deje a la experimentación directa el cuidado de poner en evidencia lo que hay de cierto en mis conceptos”, aclaró al finalizar.
Homenaje tardío
La hipótesis presentada por Finlay no fue bien recibida, e incluso fue tomada con desdén por los especialistas cubanos. Por más de veinte años su teoría fue ignorada, pero luego de la guerra hispano-estadounidense, el gobernador de Cuba Leonard Wood, pidió que revise y probaran sus postulados, trabajos y experimentos. En La Habana se creó una Comisión de la Fiebre Amarilla que, siguiendo las indicaciones de Finlay, combatió al mosquito y aisló a los enfermos.
Según los registros oficiales históricos, en siete meses la enfermedad había desaparecido de Cuba. Unos veinte años más tarde del descubrimiento, fue confirmado por la Walter Reed Commission, ahora denominada Yellow Fever Commission.
La conmemoración del Día del Médico en su nacimiento fue propuesta en 1953 por el infectólogo argentino Remo Bergoglio, que elevó una solicitud a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para homenajear a Finlay y su labor. La Confederación Panamericana en Dallas (Texas) aceptó la ide, bajo el nombre de “Día de la Medicina de las Américas”. El Gobierno Argentino decidió modificar en 1956 la fecha original de celebración del Día del Médico, trasladándose al 3 de diciembre.


