
La locura de los contemplativos

Les presento una poesía en primera persona sobre un tema médico de relevancia, la locura, por el poeta contemporáneo Daniel Grozo.
En la clínica
Otra vez el aburrimiento cae
y se derrama por el manicomio.
Hoy le dieron el alta a varios internos,
a otros,
salidas transitorias.
Procuramos huir del aburrimiento
como hacemos con la muerte.
Abro un libro donde canta
el gran poeta del silencio.
Leo “la muerte siembra”
El aburrimiento hará lo propio?
El aburrimiento cae y se derrama por el manicomio,
pensaba que no
pero sigo buscando
al padre que es hijo de sí mismo.
Siembra tiempo y cosecharás temporales.
La tarde se detiene y
los pocos internos
yacientes en el patio
no ofrecen resistencia al sol,
sí a la soledad.
La tarde se detiene
pero igual se escucha
lo mismo de siempre,
las tres frases más repetidas
Tenés un pucho?
Qué hay de comer?
Me quiero ir
en ese orden.
Todas ellas inspiradas
por la más poderosa
enemiga a vencer
a su vez inspirada
por el aburrimiento,
la ansiedad.
Otra vez la ansiedad cae
y se derrama por el manicomio
Tenés un pucho?
No, viejo. No fumo.
Pertenezco al diez por ciento
de los internos despreocupados
por el vicio del humo.
Mis órganos respiratorios
están bien. Mis problemas mentales
se alojan sobre todo en
la espalda y en los dientes.
Hace años hallaron abrigo
en esos lugares y
todos los días me lo recuerdan.
Somos como el signo de Saussure,
lo material y lo inmaterial,
dos caras de la misma moneda
que gira sobre la mesa hasta que cae.
Cae la ansiedad y se derrama por el manicomio.
Qué hay de comer?
No sé, pero ya está el agua para el mate.
Pertenezco al noventa por ciento
de los internos que toma un
número infinito de amargos por día
como si aquello fuera garantía
en la lucha contra el aburrimiento.
No creo que se pueda pelear contra ambos.
Muerte o aburrimiento. Usted elige.
El aburrimiento demora el tiempo, entónces,
atrasa la muerte. Usted dirá.
Elijo muerte, creo, por eso estoy aquí.
La tarde se detiene.
Hay mucha violencia en mí.
La ansiedad se derrama por el manicomio.
Me quiero ir.
No. En verdad, no.
El vértigo escala por mis piernas.
Un interno dijo al pasar:
A lo único que hay
que temer es al miedo.
El vértigo escala por mis piernas.
La tarde se detiene.
Hay mucha violencia en mí.
Cae la violencia y
se derrama por el manicomio.
Alguien toma un martillo,
golpea las paredes y grita:
Dionisio halló al hombre!
Grita: halló a su hijo perdido!
Alguien toma un cuchillo y se entrega a la barbarie.
Nada ocurre fuera de mí.
La violencia se derrama por el manicomio.
Yo soy ese cuchillo que vino de la fiebre,
de mango equilibrado y acero forjado en el Sur.
Nada ocurre fuera de mí. La tarde se detiene.
Vence el aburrimiento. La muerte se demora.
Sin embargo, no reniego de esta prisión.
Acaso me cuesta aceptar
mi destino sudamericano.
https://drive.google.com/file/d/1RNi9dRAtt0uxf8HBnDkl7Cf0cr1Z2cuI/view
Daniel Grozo



