Salud

Los síntomas que pueden advertir un ACV y nunca deben subestimarse, según un neurólogo

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El accidente cerebrovascular (ACV) continúa siendo una de las principales causas de discapacidad y muerte en el mundo, y su detección temprana es determinante para reducir secuelas y salvar vidas. Un neurólogo español, Gurutz Linazasoro, advirtió recientemente sobre la importancia de reconocer señales que suelen aparecer de manera repentina y que, lejos de ser pasajeras, pueden estar anticipando un episodio grave. La entrevista publicada por Hello Magazine y retomada por Infobae pone el foco en cinco manifestaciones que deben motivar una consulta médica urgente.

Un ACV ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia el cerebro se detiene, ya sea por la obstrucción de una arteria lo que se conoce como ACV isquémico o por la rotura de un vaso, que provoca un sangrado interno. La hipertensión arterial sigue siendo el principal factor de riesgo, aunque también influyen el tabaquismo, ciertas malformaciones vasculares, los traumatismos, trastornos en la coagulación y el deterioro propio del paso del tiempo sobre las arterias cerebrales.

Entre los signos que generan preocupación, Linazasoro menciona el súbito dolor de cabeza intenso, especialmente cuando se trata de un dolor diferente al habitual. También alerta sobre la pérdida abrupta de la capacidad de hablar o comprender el lenguaje, así como la aparición repentina de debilidad o parálisis en un lado del cuerpo. A estos cambios se suman las dificultades para caminar, la pérdida del equilibrio o los problemas de coordinación, y la presencia inesperada de entumecimiento u hormigueo en distintas partes del cuerpo. Para los especialistas, cualquiera de estas señales es motivo suficiente para acudir de inmediato a un servicio de urgencias.

Las consecuencias de un ACV varían según la zona del cerebro afectada, el tiempo que transcurre sin tratamiento y la gravedad del episodio. Muchas personas requieren largos procesos de rehabilitación que pueden incluir fisioterapia, terapia del lenguaje y apoyo psicológico. Las secuelas más habituales son la pérdida de fuerza, dificultades en el habla y la comprensión, alteraciones de la memoria y la concentración, trastornos visuales e incluso cambios en la estabilidad emocional o la sensibilidad corporal.

En cuanto al tratamiento, las medidas dependen del tipo de ACV y pueden incluir intervenciones quirúrgicas, drenajes, embolizaciones o terapias farmacológicas dirigidas a restaurar la circulación sanguínea o frenar el sangrado. Los estudios por imágenes como la tomografía y la resonancia magnética son fundamentales para identificar con rapidez la causa y definir la estrategia adecuada. Cada minuto resulta crucial: una atención temprana puede evitar daños irreversibles.

El neurólogo insiste en que la mejor herramienta sigue siendo la prevención. Mantener controlada la presión arterial, evitar el cigarrillo, realizar actividad física, controlar el colesterol y hacerse chequeos periódicos son medidas que reducen de manera significativa el riesgo de padecer un ACV.

En un contexto donde estos episodios se registran con frecuencia creciente y afectan a personas de distintas edades, la información se vuelve un recurso indispensable. Reconocer los síntomas, actuar sin demora y promover hábitos saludables puede marcar la diferencia entre una vida con secuelas o una recuperación exitosa.

Por: María Lorena Belotti

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