
El uso de cigarrillos electrónicos ha aumentado entre los menores de 25 años en Argentina, generando alertas sanitarias por sus efectos sobre la salud respiratoria, cardiovascular y neurológica, así como por la potencial adicción a la nicotina.

En los últimos años, el consumo de cigarrillos electrónicos o vapers se ha convertido en una tendencia creciente entre adolescentes y jóvenes argentinos. Datos de estudios recientes revelan que un porcentaje significativo de menores de 18 años ha probado estos dispositivos, atraídos por sabores dulces y frutales, la percepción de menor riesgo frente al tabaco tradicional y la fuerte presencia de publicidad digital.
A diferencia de los cigarrillos convencionales, los vapers funcionan mediante la vaporización de líquidos que contienen nicotina, sustancias químicas aromatizantes y otros compuestos. Sin embargo, la idea de que son “inofensivos” es un mito: la exposición repetida a estos químicos puede causar daño pulmonar, irritación de vías respiratorias y un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares. La inhalación de partículas finas y metales pesados, presentes en algunos dispositivos, se asocia con inflamación pulmonar y reducción de la capacidad respiratoria.

La adicción a la nicotina es otro de los riesgos principales. Aunque muchos adolescentes creen que pueden consumir vaper de forma ocasional, la nicotina genera dependencia rápida, y su uso durante la adolescencia puede alterar el desarrollo del cerebro, afectando la memoria, la atención y la capacidad de aprendizaje. Especialistas en salud mental alertan que la exposición temprana incrementa la vulnerabilidad a otros consumos problemáticos y a trastornos de ansiedad o depresión.
Otro aspecto preocupante es la normalización del hábito. El uso frecuente de vapers en contextos sociales, sumado a la presión de grupo y la influencia de redes sociales, contribuye a que adolescentes y jóvenes adopten la conducta sin tener plena conciencia de sus riesgos. Los envases coloridos y los aromas atractivos refuerzan la percepción de seguridad, cuando en realidad la combinación de nicotina y aditivos químicos puede tener efectos inmediatos y acumulativos sobre la salud.
La regulación de estos productos en Argentina es limitada. Aunque existen normativas sobre la venta de tabaco a menores de 18 años, el control del acceso a vapers y líquidos aromatizados no siempre se cumple de manera efectiva. Esto permite que muchos adolescentes puedan adquirirlos con facilidad, aumentando la exposición y los riesgos asociados.
Los profesionales de la salud insisten en la necesidad de campañas educativas orientadas a los jóvenes y sus familias, destacando la información científica sobre los riesgos a corto y largo plazo. Además, recomiendan que los programas de prevención incorporen estrategias para desincentivar el uso de vapers en escuelas y espacios comunitarios, combinando la educación con el acompañamiento psicológico para quienes ya presentan signos de dependencia.
El debate público sobre los cigarrillos electrónicos continúa creciendo, y cada vez más estudios internacionales confirman que su consumo en la adolescencia no solo es una puerta de entrada a la adicción a la nicotina, sino también un factor de riesgo para problemas respiratorios crónicos y dificultades en el desarrollo cognitivo. En este contexto, la información clara y accesible es clave para proteger a los adolescentes y jóvenes argentinos frente a los riesgos invisibles del vaper.
Por: María Lorena Belotti



