
Comienzo de la Epidemia de Fiebre Amarilla en Buenos Aires
27 de enero
Un 27 de enero de 1871 fallecieron en Buenos Aires las tres primeras víctimas de fiebre amarilla, enfermedad que dejaría un saldo de 13614 muertos en solo 6 meses.
El vector, el mosquito Aedes Aegypti, llegó en los barcos que venían del norte.
La epidemia se inició en las inmediaciones del puerto de Buenos Aires, en los barrios populares donde vivían muchos inmigrantes en casas de inquilinatos.
Las condiciones sanitarias y la falta de conocimiento de la enfermedad hicieron que la “epidemia de vómito negro” se propagara sin control al tiempo que se perseguía y culpaba a los italianos y a los habitantes de los conventillos como causantes de la enfermedad.
El número de muertos aumentaba cada día, la gente abandonaba sus casas, los que pudieron se mudaron a la zona norte y al campo, otros volvieron a sus países y otros simplemente murieron en el sur de la Ciudad.
Los hospitales colapsaron, hubo que abrir otro cementerio, el Cementerio de la Chacarita de los Colegiales, donde vacacionaban los estudiantes del Nacional Buenos Aires.
También fue necesario inaugurar el “tren de la muerte” cuya locomotora, La Porteña arrastraba tres vagones repletos de cadáveres.
Ante un estado ausente, se formó una Comisión Popular presidida por el doctor Roque Pérez para intentar hacer frente a la situación de emergencia. Muchos de los que se quedaron a enfrentar la epidemia murieron, entre ellos el doctor Francisco Javier Muñiz.
Un tiempo después de terminada la epidemia comenzaron a ser debatidos los proyectos de cloacas y agua potable para los habitantes de Buenos Aires. Pero las obras se hicieron en La Recoleta y Barrio Norte, lejos de San Telmo y Monserrat.
El 27 de enero de 1871 fallecieron en Buenos Aires las primeras tres víctimas de la fiebre amarilla, la epidemia causó cerca de 14000 muertes, fue necesario abrir el Cementerio de la Chacarita de los Colegiales e inaugurar el “tren de la muerte”.
En ese contexto una Comisión Popular presidida por el doctor Roque Pérez intentó hacer frente a la epidemia, aún sabiendo el riesgo que corrían.
Dr. Moschino, MN 113892



